El pulso entre conservación y gestión activa en los Parques Nacionales se recrudece. La Junta de Extremadura ha denunciado públicamente que el Gobierno central estaría valorando una controvertida medida: introducir lobos en parques nacionales como Cabañeros y Monfragüe con el objetivo de contener la explosión demográfica de especies como el ciervo y el jabalí. La noticia ha sido adelantada por la Cadena COPE y ha generado ya una firme oposición por parte del Ejecutivo autonómico.
Según esta información, durante una reunión de seguimiento entre representantes del Gobierno central y varias comunidades autónomas, el Secretario de Estado planteó abiertamente esta posibilidad, defendiendo su conveniencia y hasta su obligatoriedad. Así lo ha asegurado Germán Puebla, director general de Sostenibilidad de la Junta de Extremadura: «Nos dijo de manera clara y directa que no solo era bueno, conveniente y necesario, sino también de obligado cumplimiento».
La Junta extremeña ha reaccionado con contundencia ante esta iniciativa, considerando que la medida, de materializarse, afectaría directamente a Monfragüe, uno de los espacios naturales más emblemáticos de la región.
El conflicto tras la prohibición de la caza
El debate se enmarca en las consecuencias derivadas de la prohibición total de la caza en los Parques Nacionales, una norma que entró en vigor en Cabañeros en 2020. Desde entonces, las poblaciones de ciervo y jabalí han aumentado de forma alarmante, alterando el equilibrio ecológico y generando graves impactos sobre la vegetación y la biodiversidad.
Un informe elaborado por el ingeniero de Montes Rafael Sánchez Pérez de Villaamil reveló que la población de ungulados en Cabañeros se ha disparado un 250% en solo tres años. Este aumento ha provocado daños severos en 13 especies de flora, afectaciones notables en otras 9 y ha desencadenado procesos de erosión que han dejado terrenos sin cobertura vegetal y con escasa fertilidad. La alta densidad de herbívoros también ha desplazado a especies vulnerables y ha generado una peligrosa competencia entre fauna silvestre.
Además, la degradación del hábitat está afectando directamente a especies clave como el águila imperial o el lince ibérico, al tiempo que se incrementa el riesgo de incendios forestales por la pérdida de matorral y arbolado. Todo ello compromete los valores naturales que justificaron la declaración de estos espacios como Parques Nacionales.
Monfragüe triplica la tuberculosis tras prohibirse la caza
En paralelo, otro informe reciente del servicio de Sanidad Animal de la Junta de Extremadura revela que el Parque Nacional de Monfragüe presenta una incidencia de tuberculosis bovina tres veces superior al resto de la comunidad. La eliminación de la actividad cinegética en 2020 ha contribuido, según este documento, al incremento de enfermedades zoonósicas, con graves consecuencias tanto para la fauna como para la ganadería regional.
El texto considera que la situación «lastra profundamente los datos regionales del programa de recuperación de la enfermedad» y que «penaliza al alza los datos sanitarios de la comunidad autónoma», dificultando así la aplicación del Programa Nacional de Erradicación de Enfermedades y endureciendo las exigencias sanitarias a los ganaderos extremeños.
Introducir lobos: un modelo de gestión en disputa
Desde la Junta, la postura es tajante: se rechaza frontalmente la introducción del lobo como solución artificial a un problema que, aseguran, se ha generado por decisiones precipitadas en materia de conservación. «Es necesario conseguir un equilibrio entre el conservacionismo y el desarrollo, pero eso no se consigue de una manera precipitada», concluye Germán Puebla.
La medida, de avanzar, reabriría un debate de gran calado en el mundo rural y cinegético, donde muchos sectores defienden la caza como herramienta de gestión sostenible frente a fórmulas impuestas desde los despachos. En este contexto, la Junta de Extremadura ya ha dejado claro que no se quedará de brazos cruzados.
