Con la primavera ya asentada y el verano a las puertas, cada vez son más las personas que aprovechan el buen tiempo para pasear por el parque, hacer rutas por la naturaleza o simplemente disfrutar al aire libre. Sin embargo, estas actividades también aumentan el riesgo de sufrir picaduras de insectos que, en ocasiones, pueden causar desde leves molestias hasta problemas de salud más serios si no se actúa con rapidez y criterio.
Aunque muchas veces el picor o la roncha aparece sin que sepamos muy bien por qué, identificar qué insecto ha sido el causante resulta fundamental. No solo nos permite aplicar el tratamiento adecuado, sino también detectar si hay síntomas que podrían ser motivo de preocupación. Y es que, aunque la mayoría de las picaduras se resuelven sin complicaciones, algunas pueden derivar en infecciones, reacciones alérgicas graves o enfermedades transmitidas por vectores, como ocurre con las garrapatas.
Así son las picaduras más comunes
Cada insecto deja su propia huella. Las picaduras de mosquito, por ejemplo, son muy reconocibles: enrojecimiento, inflamación leve y un picor difícil de ignorar. Se resuelven solas en un par de días, aunque aplicar frío o una crema antihistamínica puede aliviar mucho.
Las de abejas y avispas, en cambio, duelen desde el primer momento. Si es una abeja, suele dejar el aguijón clavado, lo que obliga a retirarlo con cuidado. Tras esto, se recomienda aplicar hielo y observar si hay signos de alergia.
Las garrapatas son quizás las más traicioneras: su picadura puede pasar desapercibida, pero deja una característica marca en forma de diana. La extracción debe hacerse con pinzas, sin presionar ni girar el cuerpo del insecto, y es crucial desinfectar bien la zona.

Pulgas y chinches provocan múltiples picaduras agrupadas con un picor muy intenso, especialmente por la noche en el caso de las chinches. Suelen localizarse en tobillos, piernas o zonas de presión de la ropa. La recomendación es similar: higiene y antihistamínicos.

Por último, algunas arañas pueden causar enrojecimiento y dolor local, a veces con dos pequeñas marcas visibles. En casos graves, como si aparece fiebre o necrosis, hay que acudir al médico.
¿Cuándo hay que preocuparse?
La mayoría de las picaduras solo suponen una molestia pasajera, pero existen señales de alarma que no se deben pasar por alto. Una reacción alérgica grave (anafilaxia), por ejemplo, requiere atención médica inmediata. Dificultad para respirar, hinchazón en la cara o mareos son motivos suficientes para llamar al 112 y usar un autoinyector de adrenalina si se dispone de él.
Otra situación que debe poner en alerta es la infección local: cuando la zona se enrojece progresivamente, se calienta, supura o hay fiebre. También las enfermedades transmitidas por insectos, como la enfermedad de Lyme tras una picadura de garrapata, obligan a vigilar síntomas como fiebre, erupciones o dolores musculares los días posteriores.
Repelentes: ¿cuál es mejor?
Frente a estos riesgos, los repelentes se han convertido en aliados indispensables. Pero no todos son iguales. La etiqueta del producto es la clave: los más recomendados son los que contienen DEET o icaridina, principios activos eficaces contra mosquitos y garrapatas.
El DEET lleva en uso desde los años 50 y tiene un sólido respaldo científico. Su efectividad depende de la concentración: un 30 % de DEET puede proteger durante unas seis horas. No obstante, puede irritar la piel o dañar tejidos sintéticos.
La icaridina es más reciente, menos grasa, menos olorosa y más respetuosa con la piel y la ropa. Un producto con un 20 % de icaridina ofrece una duración similar. Por eso, es la opción preferida para niños o personas con piel sensible.

Medidas físicas para evitar picaduras
Además de los productos repelentes, es muy útil emplear ropa adecuada, cubrir bien la piel cuando se pasea por zonas rurales o con vegetación densa, e instalar mosquiteras en el hogar. Evitar aguas estancadas y revisar el cuerpo al regresar del campo puede prevenir muchas sorpresas desagradables.
Quienes sepan que tienen alergia a las picaduras deben llevar siempre consigo su autoinyector. Y todos, en general, debemos saber que una actuación informada puede ser la diferencia entre pasar un mal rato o tener que acudir de urgencia al hospital.