La Unión Europea vuelve a cargar contra la caza ignorando la ciencia. En esta ocasión, lo hace a través del borrador de reglamento de la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA), que plantea la prohibición total de la munición de plomo en todo el continente. Sin embargo, esta iniciativa tropieza con una realidad incómoda: un riguroso estudio de 2019 ya demostró que ese tipo de munición no tiene apenas repercusión ambiental en el entorno terrestre.

La investigación, titulada Incidencia y repercusión sobre las aves cinegéticas no acuáticas por aporte de perdigones de plomo al medio terrestre, fue elaborada por universidades, centros científicos y consultores especializados durante tres años. Sus conclusiones fueron tajantes: el uso de perdigones de plomo no representa una amenaza significativa para las aves cinegéticas no acuáticas.

Un trabajo riguroso con 530 aves de siete especies

Entre 2016 y 2019, el equipo analizó 530 aves de siete especies distintas —como perdices, codornices, palomas o tórtolas— en nueve provincias repartidas por seis comunidades autónomas. En cada ejemplar se examinaron con detalle los buches, mollejas, intestinos y órganos vitales como el hígado y los riñones.

Los resultados hablan por sí solos: la concentración de plomo en el hígado era muy baja, comparable a la de especies salvajes no relacionadas con la actividad cinegética. Tan solo entre el 3,0 % y el 3,8 % de las aves mostraban rastros de ingestión de perdigones. Además, el estudio subraya que estas aves pueden haber estado expuestas a otras fuentes de plomo ajenas a la caza, como vertidos industriales o contaminación urbana.

Cartuchos de plomo junto a una escopeta. © Shutterstock

Apoyo institucional y consenso del sector

Este trabajo científico no solo cuenta con la solidez de su metodología, sino también con un amplio respaldo institucional. Más de 30 entidades de referencia apoyaron el estudio, incluyendo la Federación Sectorial Armera, la Subdirección General de Silvicultura y Montes del Ministerio de Agricultura, varias federaciones autonómicas de caza y centros como el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (CSIC-UCLMJCCM).

De los 530 ejemplares, 444 fueron abatidos con munición de plomo, mientras que el resto se capturó mediante trampa, cetrería, inyección letal o aire comprimido. Esta diversidad metodológica refuerza la validez de los hallazgos.

La FAC denuncia la sumisión ideológica de Bruselas

Desde el sector cinegético, la Federación Andaluza de Caza ha sido una de las primeras en denunciar lo que considera una deriva ideológica. Para su presidente, José María Mancheño, esta ofensiva normativa responde más a presiones externas que a hechos contrastados. «Una vez más, la Unión Europea se pliega a las presiones de los grupos ecologistas y anticaza sin contrastar los argumentos aportados por colectivos que, más allá de un interés real por la conservación, tienen como único objetivo limitar o prohibir la caza», sentenció.

Frente a esta ofensiva, el sector cinegético defiende una caza sostenible y basada en evidencia científica. El intento de restringir el uso del plomo sin pruebas concluyentes no solo amenaza la actividad, sino también el futuro de los campos de tiro europeos: el 95 % de ellos podría cerrar.

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