Con las manos cubiertas de tierra y la satisfacción que suele dar trabajar en lo que amas, un chaval de apenas 14 años conquistaó las redes por algo que hoy parece insólito: su pasión por el campo. En una época en la que lo viral suele ir ligado a bailes, videojuegos o polémicas, este joven logró hacerse un hueco con una actitud que rompe moldes. El vídeo, original de 2013 y compartido ahora por el perfil de TikTok @lahemerotecadeedu, muestra a este muchacho trabajando con su padre en el campo, con una naturalidad que ha emocionado de nuevo a miles de usuarios.

La grabación, recuperada hace solo dos días, acumula cientos de miles de visualizaciones y comentarios que aplauden su forma de ver la vida. Frente a una cámara, sin pretensiones y hablando desde el corazón, este joven explicaba por qué, pese a su edad, se levantaba cada día con ganas de plantar, cosechar y cuidar de la tierra. Sus palabras suenan como un eco lejano de una España que muchos creían olvidada.

«Me pesa más el boli que la hoz»

Sin filtros y con un lenguaje directo, el protagonista del vídeo lanza frases que han calado hondo: «Me pesa más el boli que la hoz. Porque mucho boli y poco hoz… tampoco. Porque quien no trabaja no prosperará nunca. A mucho que sepa, pero hay que trabajar. La gente de mi edad no tiene afición a esto».

Estas declaraciones, lejos de resultar anticuadas, han sido interpretadas por muchos como un grito de autenticidad en un mundo cada vez más artificial. En medio del terreno, acompañado por su padre, que lo observa con orgullo, el joven continúa hablando de su pasión sin alzar la voz, pero dejando huella.

«Él es de los que, el rato que no está estudiando, viene aquí al campo», dice el padre, mientras ambos plantan y recogen habas en un pequeño terreno familiar. La escena recuerda a los vídeos más virales de Miquel Montoro, aunque este muchacho ya irrumpió en la red con una energía propia y sin buscar protagonismo hace nada menos que 12 años.

El padre, orgulloso, junto a su hijo. © TikTok

Un ejemplo poco común en su generación

Lo que más llama la atención de quienes ven el vídeo no es solo su edad, sino la claridad con la que habla de valores como el esfuerzo, la libertad o el contacto con la naturaleza. «Yo veo que planto una mata y se pone así de grande y de buena… y disfruto de verlas. Y luego coges un cajón de habas y te las llevas a casa y te las comes y uno es el más feliz del mundo», explica emocionado.

Frente a la oferta ficticia de un trabajo en un despacho por 4000 euros al mes, su respuesta es tajante: «Ahora mismo me ofrecen estar en un despacho metido, cobrando 4000 euros y estar aquí cobrando 400… prefiero estar aquí segando hierba…».

Su forma de pensar resulta casi revolucionaria dentro de una generación más habituada a las pantallas que al sudor. Pero precisamente por eso su testimonio ha logrado conectar con un público muy amplio, desde agricultores que se ven reflejados hasta urbanitas que añoran una vida más sencilla y conectada con la tierra.

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Un fenómeno espontáneo que devuelve la esperanza

El vídeo no busca polémica ni publicidad. Solo muestra a un joven trabajando con su padre, hablando sin rodeos, como se ha hecho siempre en el campo. Y quizá ahí reside su fuerza: en esa naturalidad que, en tiempos de filtros y estrategias virales, se ha vuelto tan escasa.

En apenas unos minutos, este chaval ha logrado lo que muchas campañas no consiguen: emocionar, despertar nostalgia y hacer reflexionar sobre lo que de verdad importa. Mientras otros buscan seguidores, él solo quiere que sus plantas crezcan. Y eso, en sí mismo, es un gesto heroico.

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