El lince ibérico, una de las joyas de nuestra fauna y emblema de la conservación en Europa, suma una nueva amenaza a su ya complicada supervivencia. A pesar del incremento poblacional logrado en los últimos años gracias a intensos programas de recuperación, una reciente investigación alerta de la preocupante presencia del parásito Sarcoptes scabiei, causante de la sarna, en sus poblaciones silvestres y en cautividad.

La investigación, publicada por un equipo de veterinarios de instituciones como la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de California Davis y el SERPA del Principado de Asturias, ha revelado una seroprevalencia del 15,4% de sarna en una muestra de 615 linces ibéricos analizados entre 2010 y 2023. Se trata del primer estudio a gran escala sobre esta enfermedad en el felino más amenazado de Europa.

La sarna, un enemigo silencioso y extendido

Los resultados del estudio indican que la sarna afecta a linces tanto en libertad como en cautividad, con una mayor incidencia en los ejemplares que viven en libertad. En estos últimos se detectó un 18% de seropositivos frente al 12,2% en animales cautivos. Esta diferencia subraya el riesgo añadido que supone la exposición a factores ambientales y a otras especies en entornos no controlados.

«Se detectó una seroprevalencia significativamente mayor en los linces criados en libertad (18,0%) que en los cautivos (12,2%). El análisis de regresión logística identificó la ‘edad’ y la ‘zona de muestreo en libertad’ como posibles factores de riesgo de exposición al parásito», destacan los investigadores.

Además, los casos se distribuyen ampliamente por todo el territorio, habiéndose detectado linces con anticuerpos anti-S. scabiei en las tres grandes áreas de cría en libertad: centro, sur y suroeste de la Península. La presencia del parásito es persistente, con positivos en casi todos los años del periodo analizado, incluidos cinco cachorros entre 2012 y 2022.

Una amenaza ligada a la gestión de los gatos callejeros

Más allá del hallazgo veterinario, el estudio abre una nueva grieta en la polémica en torno a la ley animalista, que blinda la existencia de colonias de gatos ferales. Estos felinos, podrían transmitir enfermedades como la sarna al lince ibérico, poniendo en riesgo décadas de esfuerzo para recuperar la especie.

Ya en 2022, varias asociaciones conservacionistas de Canarias advirtieron del impacto que podría tener la normativa animalista sobre el control de gatos callejeros. En una nota de prensa enviada a la redacción de Jara y Sedal, alertaban de los «graves problemas» que acarrearía su aplicación, especialmente en entornos insulares como el archipiélago. Entre otros datos preocupantes, aseguraban que está científicamente demostrado que la introducción de gatos en islas ha sido corresponsable de al menos el 14% de las extinciones modernas de aves, mamíferos y reptiles a escala mundial, y que representan la principal amenaza para cerca del 8% de las especies en peligro crítico, según la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza.

Además, subrayaban los riesgos sanitarios que suponen estos animales sin control veterinario, al ser potenciales transmisores de enfermedades zoonóticas como la toxoplasmosis, la bartonelosis, la clamidiosis, la rabia, la enfermedad de Lyme o incluso ciertas cepas del virus de la gripe humana y la COVID-19. También pueden actuar como transmisores de parásitos, como pulgas y garrapatas o algunas clases de sarna y hongos.

Millones de euros para su gestión

gatos callejeros
Gatos callejeros en una foto de archivo. © Shutterstock

La legislación vigente obliga a los ayuntamientos a implementar planes de captura, esterilización, desparasitación y retorno de gatos callejeros. Paradójicamente, estos planes —subvencionados con partidas de hasta dos millones de euros anuales por parte del Gobierno— suponen la consolidación de una amenaza para especies protegidas.

En este contexto, muchos se preguntan si tiene sentido seguir invirtiendo fondos públicos en mantener una población de animales que, aunque protegidos por la ley, pueden contribuir a la propagación de enfermedades graves en la fauna salvaje.

Preocupación para la conservación del lince

La evidencia científica es clara: el parásito Sarcoptes scabiei circula de forma endémica en las poblaciones de lince ibérico. «La seroprevalencia detectada indica una exposición moderada a S. scabiei del lince ibérico y proporciona evidencias de la circulación endémica, generalizada y heterogénea del parásito en las poblaciones de lince durante las últimas dos décadas, lo que podría ser motivo de preocupación para la salud animal e incluso para la conservación», concluyen los autores del estudio.

Si no se toman medidas eficaces, este avance en la recuperación del lince podría verse comprometido. Y parte de la solución —por incómoda que resulte— podría pasar por revisar el marco legal que ampara a los gatos callejeros, una pieza clave en este preocupante puzle epidemiológico.

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