Tener gallinas en el corral para disfrutar de huevos frescos ya no es tan sencillo como antes. Desde la entrada en vigor del Real Decreto 637/2021, todos los propietarios de aves de corral, incluso los que las mantienen con fines de autoconsumo, están obligados a inscribir su explotación en un registro oficial. Una norma poco conocida que, sin embargo, ya ha empezado a traducirse en sanciones económicas que oscilan entre los 600 y los 3.000 euros.
El cuidado de gallinas en viviendas particulares o pequeñas fincas rurales se ha popularizado en los últimos años. Muchos lo ven como una forma de vida más saludable, autosuficiente y sostenible. Pero lo que muchos vecinos ignoran es que el hecho de tener unas pocas aves también implica responsabilidades legales. El desconocimiento no exime del cumplimiento de la ley, y varias comunidades autónomas ya han iniciado expedientes sancionadores por no haber registrado correctamente este tipo de explotaciones.
Una norma que también afecta al autoconsumo
Aunque en apariencia pueda parecer una medida exagerada, el objetivo principal de la citada norma es garantizar el control sanitario de los animales, evitando la propagación de enfermedades que puedan afectar tanto a las aves como a los humanos.
Según la normativa, incluso quien cría media docena de gallinas para obtener huevos frescos debe inscribirse en el registro habilitado por la autoridad autonómica. En caso contrario, puede enfrentarse a una sanción por infracción leve, que puede alcanzar los 3.000 euros. Estas multas se aplican bajo el paraguas de la legislación sobre sanidad animal y bienestar en la explotación.
Para evitar disgustos, los propietarios deben tramitar el registro de su granja de autoconsumo. Este proceso puede hacerse de forma presencial o telemática, según cada comunidad autónoma. Basta con presentar una declaración responsable, los datos de localización de la explotación, información sobre el estado sanitario de las aves y, en algunos casos, un certificado veterinario.

Bienestar animal, también en el corral
El Real Decreto no se limita al registro: impone también condiciones mínimas de bienestar. Las gallinas deben disponer de agua potable en todo momento, un espacio amplio para moverse y descansar, y estar libres de cualquier procedimiento médico que no tenga un fin terapéutico. Cualquier tratamiento deberá ser supervisado por un veterinario.
Estas medidas buscan evitar prácticas negligentes o peligrosas que, aunque no tengan intención comercial, pueden generar brotes de enfermedades como la gripe aviar o la salmonelosis. La vigilancia y el control son, por tanto, muy exigentes tanto en una granja industrial como en un gallinero casero.
¿Qué pasa si no cumples?
Las sanciones se clasifican según su gravedad. En el caso de no registrar una explotación de autoconsumo, se trata de una infracción leve. Aun así, la sanción puede alcanzar los 3.000 euros. Si hay reincidencia o riesgo sanitario, la infracción puede pasar a grave o incluso muy grave, con multas de hasta 60.000.
Así que si eres de los que disfrutan desayunando huevos de tus propias gallinas, asegúrate de tener la documentación en regla. Solo así podrás seguir con tu pequeño corral sin sobresaltos legales.