Un vecino de la localidad de Les Pilles, en el departamento francés de Drôme, se llevó una sorpresa al asomarse a su jardín para comprobar por qué su cerezo se movía tanto. Lo que encontró no fue precisamente un mirlo ni un gorrión: un zorro adulto se debatía entre las ramas, visiblemente atrapado. El astuto animal había intentado trepar al árbol para hacerse con las cerezas, pero su osadía acabó jugando en su contra.

El zorro, que en muchas ocasiones preda sobre animales como conejos o perdices, no duda en completar su dieta con frutas y otros vegetales, especialmente cuando están en temporada. Las cerezas, dulces y cargadas de azúcar, son un manjar irresistible incluso para este tipo de depredadores. Pero en esta ocasión, su debilidad por lo prohibido le dejó en evidencia: colgado del árbol, sin poder bajar, y con cara de pocos amigos.

El zorro ladrón y su lección de fábula

La escena, que bien podría haber salido de una fábula de Esopo, fue grabada en vídeo por el propietario del huerto, quien no dudó en acudir en ayuda del animal. Con sumo cuidado, logró liberarlo sin provocarle daños, y el zorro pudo salir corriendo con una experiencia que quizá lo haga pensárselo dos veces antes de trepar de nuevo por frutas ajenas.

El vídeo pretendía ser una anécdota curiosa, incluso simpática, sobre la vida salvaje en entornos rurales, pero no todos lo interpretaron así.

Oleada de insultos por parte de animalistas

Lejos de aplaudir el gesto de compasión, el autor del vídeo fue víctima de una avalancha de insultos y amenazas por parte de activistas animalistas que lo acusaban, sin pruebas, de haber causado sufrimiento al animal.

Estos ataques demuestran cómo, en ocasiones, el animalismo radical actúa desde el desconocimiento y el prejuicio, sin molestarse en conocer los hechos. Lo que debía ser un mensaje de respeto hacia la fauna salvaje se convirtió en blanco de una campaña injustificada que daña más que ayuda.

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